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Llull ya no es un crío (pero no celebren su entierro todavía)

  • lasantiaguinarm
  • 14 oct 2022
  • 2 Min. de lectura

Llull ya no es un crío (pero no celebren su entierro todavía). A veces el deporte es ese centímetro que hace que la pelota entre o salga. Ayer no entró


https://twitter.com/DAZN_ES/status/1580657219149832192

Si sólo vamos por un momento a los últimos segundos vemos la delgada línea que hay muchos días en baloncesto entre ganar o perder. La pelota de Llull podría perfectamente haber entrado. No hace un tiro cómodo, pero tampoco uno imposible; logra hacerse algo de hueco. Hasta el rebote es cuestión de centímetros, se puede ver en el cabreo que se nos queda bajo tablero. De haber entrado hoy estaríamos hablando de que el Madrid saca casta en Barcelona y deja a los azulgrana en crisis. Pero no entró.

Y ahora todo lo demás. Al Real Madrid le faltó regularidad, lo dijo el mismo Chus Mateo al terminar. Estuvimos remando todo el partido, y casi lo conseguimos, ojo. Esa sería la primera buena noticia: el equipo lo intentó hasta el final, ADN reconocible. El otro paliativo es que si hay un día para perder con el eterno rival... era ayer. De hecho este partido le estamos perdiendo casi todos los años. Es más adelante cuando no hay que fallar.

Y Llull. Tenía tiempo para otras muchas cosas. Para pensar en equipo, y no tirarse la chufla. Para penetrar, incluso, forzar la falta o un tiro liberado. Pero hizo lo que tantas veces ha hecho, sólo que esta vez no entró.

Sus parciales, apuntan sus críticos (los hay de buena fe y de mala fe) ya no son los mejores. Es cierto que tiene que ir dando paso a minutos más de rol, pero eso cuando estén los compañeros sanos. Campazzo no viene y bajas hay unas cuantas. Así que hay que tomarlo con calma. Y la edad no perdona a nadie, está ya a punto de los 35. Pero que nadie celebre su entierro. En el amplio sentido de la expresión: primero porque no está muerto deportivamente, y segundo porque no hay nada que celebrar en ello. Si hay algo que celebrar, a medio plazo, es su extraordinaria carrera, no su salida. Honremos a los nuestros. A ese tipo que, canastas como las de ayer, ha metido no a decenas, a centenas, haciéndonos levantar del asiento con emoción.

Llull siempre será Llull. Ese tipo al que le puedes dar la bola decisiva, porque no le quemará en las manos. Y muchas veces entrará. No, no celebren su entierro, que aún no llegó el último baile.

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